Cómo estar con ella desde cero, hace mucho que el tiempo nos distanció.

Irremediable y eventualmente la vida con el trabajo, las responsabilidades, las metas y demás deberes nos va alejando de las personas que más amamos.

Y aunque gran parte de ese desprendimiento lamentablemente con el paso del tiempo se transforma en olvido, también es verdad que la mayoría de las veces nosotros lo vamos permitiendo.

Siempre lo justificamos y ¡tiene sentido! Tiene sentido permitirlo porque qué razón tiene recordar y mantener cerca a alguien que siempre estuvo a nuestro lado, con qué motivo le recordamos algo a quien ya lo sabe desde el momento en que nacimos, qué cursi, que perdida de tiempo.

Sí, todo esto yo lo pensaba también, y lo pensaba sobre todo porque bajarlo de la cabeza y plantarlo en terreno real siempre es más difícil que mantenerlo como algo lógico, algo normal, un supuesto que cualquiera se haría. Ahora es su momento de empezar de cero, sola.

Porque si pensamos en negativo atraemos cosas malas, porque si somos insistentes nos volvemos insoportables, porque lo demuestro de otras formas o porque yo lo sé y ella lo sabe; entonces se vuelve innecesario recordarlo, innecesario hacerle saber a alguien que lo amas, no hay que demostrarlo, solo hay que sentirlo, no hay que expresarlo, no hay que hacer nada.

Y todo esto puede que te funcione por un tiempo y que te funcione bastante bien, incluso por unos años; sin embargo siempre, sea cual sea el momento, siempre, llegará ese día que sin querer te detienes; donde miras atrás y te das cuenta que ya no puedes detener ni retrasar el reloj.

Donde al mirar comienzas a notar las señales, los detalles, los abrazos, las caricias y todo el amor dado, donde comprendes el por qué de las cosas, donde notas que tantos sermones, todos esos regaños, desvelos y porras por fin cobran sentido, entonces todo parece obvio, ridículo que no lo supiéramos desde entonces.

Pero las cosas ya están hechas, el reloj está volteado y las cajas se han cerrado, ¿ahora qué?

Algo que he aprendido y que indudablemente es una característica innata que posee cada una de esas maravillosas personas que podemos llamar mamás, es que ellas no ven al tiempo como el resto del mundo, no miden por cantidad, no valoran por errores, no saben odiar.

Eso nos da una terrible ventaja sobre ellas, sin embargo muchos de nosotros no lo sabemos o constantemente lo olvidamos, creyendo erróneamente que ellas son iguales al resto de nosotros; qué absurdo. Cómo podrían ser iguales, cómo podemos llegar a creer tan solo un instante que pensamos igual, sencillamente nosotros no podemos llegar a comprender del todo el sentimiento de una vida desde antes de nacer, o el desear, criar y amar incondicionalmente a alguien que desde antes de conocer ya sabemos cómo será. No, ellas para nada son como el resto de nosotros.

Entonces solo nos queda amarlas sin importar nada, jamás es tarde y el momento en que aún la tenemos con nosotros es ahora; no esperemos más, el tiempo jamás cura nada, las palabras sí, los abrazos sí, los nuevos comienzos, los «te amo» con su increíble capacidad para remediar casi todo.

Recordémosle que siempre es buen momento para el cambio, que sin importar nada siempre se puede empezar de cero, que no están ni nunca estarán solas y que como ellas lo hicieron en su momento, nosotros también de ahora en adelante estaremos ahí para darles ese último empujón.

 

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